¿Os suena este cartel y alguna de sus variantes?
Argumentos basados en la mesura y la lógica, ofreciendo soluciones comprobadas a problemas.
¿De verdad os creéis un argumento tan risible? Vamos a desgajarlo. Vivimos en España. Estamos en 2014, usando datos de población a 1 de julio de 2014. De 23.615.032 mujeres, murieron 194.259 por una amplia variedad de causas. Las causas imputables al homicidio son de 0,19 por cada 100.000 mujeres, es decir, 116 homicidios. Lo podéis contrastar en el INE. Restemos a estas 116 mujeres (de las cuales, 54 son víctimas de maltrato doméstico) de todas las muertes femeninas.
194.143 mujeres por todas las demás causas. ¿El homicidio? 0,05971409 por ciento de todas las causas de muerte entre mujeres. Es absolutamente ridículo seguir sosteniendo esta narrativa de “nos matan”. La mortalidad femenina es de un
8,226074‰
¿Sabéis qué ocurre cuando suprimís los homicidios? En efecto, ha evolucionado a un:
8,221162‰
A efectos prácticos, se ha pasado de una tasa de 8,23 muertes a 8,22 (en realidad, la diferencia es sólo de 0.004912125‰). Es decir, los homicidios apenas repercuten demográficamente. La violencia doméstica, todavía menos. Desgajamos los homicidios por intervalos de edad:
Tenemos que la esperanza de vida al nacer en 2014 es de 85,658119 años para las mujeres, una de las cifras más altas del mundo. De haberse mantenido esas 116 vivas, hablaríamos de un incremento muy marginal en la esperanza de vida.
He utilizado los datos de España de 2014, pero podéis hacer el mismo ejercicio crítico con muchos otros países. Calculadora, papel, lápiz, algo de cultura estadística y Google es lo que necesitáis. Comprobaréis la misma tendencia general: los homicidios no tienen un impacto significativo en las tasas de mortalidad en muchos países, aunque, naturalmente, varíen. Históricamente, tampoco, aunque se pueda colar como una de las diez principales causas de muerte en alguna que otra franja de edad. Meteos en las aguas de sitios como Necrometrics y leed historia. Encontraréis que, por regla general, los exterminios sistemáticos y las guerras son eventos con mayor probabilidad de tener un impacto demográfico significativo.
Vale, no hay un exterminio sistemático… ¿y?
En el sentido estricto, la idea de nos matan es falsa. Nos morimos por más de cien causas distintas, como se ve en los datos del CDC sobre causas de mortalidad o los del INE. Pero como tantas cosas en el activismo, son ideas potencialmente ambiguas. En esta tesitura, habréis visto que algunas optan por agregar: “nos matan por ser mujeres”. ¿Los 116 homicidios tienen exactamente las mismas causas? No suena realista, aunque, ciertamente, es un campo más sujeto a la interpretación que los números. Más fácil de ajustarse a diversas narrativas.
Recordemos el ABC de la práctica científica. Sólo tenéis el dato: X ha asesinado a Y. Lo analizáis. Desentrañáis causas (construís hipótesis). Las demostráis. Y concluís. Decir de antemano que las matan por ser mujeres, aduciendo que son víctimas de un sistema que las trata de manera desigual es invertir la carga de la prueba. Es pseudociencia.
Hay indicios serios de que el enfoque defendido por muchas feministas, que «nos matan por ser mujeres basándose en el patriarcado, la educación y estas cosas» no es sostenible. Apenas ha afectado, como se ve arriba, a las cifras de las asesinadas.
Pero esto será material para otra entrega en algún momento indeterminado.